Párense de Manos 2: “Necesita más el boxeo de los influencers que los influencers del boxeo”


Sería un acto de caradurez extrema que este cronista diga que boxeó con los protagonistas de la pelea de fondo del Párense de Manos 2 porque boxear es correr riesgos y no fue el caso, ni por asomo. Cerremos, sí, en que por un rato los tuvo enfrente en un ring -que ya es bastante- y a partir de esa experiencia se procede a sacar conclusiones. Al final, salvo por el combate principal, toda la velada que va a tener lugar hoy en Vélez es un poco eso: gente no profesional (streamers, influencers, el Turco García, etc.) subiendo a un cuadrilátero a vivir la experiencia de tirar (y, en la medida de lo posible, esquivar) unos golpes.

Acá no hay cinturones en juego, pero los roles están definidos de facto, por pergaminos: el campeón es Sergio Martínez y el retador es Pablo Migliore. Con Maravilla pasa algo llamativo: su personaje mediático, su histrionismo y su habilidad para el show (potenciada por su reciente reconfiguración en streamer y creador de contenido para redes) hace que algunos pierdan de vista que no es un “famoso”, sino uno de los mejores boxeadores argentinos de todos los tiempos. Es bueno recordar que en la primera mitad de los 2010, el quilmeño (varelense por opción, y un poco español por costumbre) dominó la categoría Medianos con victorias categóricas frente a Kelly Pavlik, Sergiy Dzinziruk, Darren Barker, Matthew Macklin y Paul Williams (un KO que figura en los libros de historia del box) y fue considerado el tercer mejor pugilista del mundo, atrás nada menos que de Floyd Mayweather y Manny Pacquiao. Hoy, a un par de meses de cumplir 50 años, lleva un año y medio alejado del boxeo profesional (su última pelea fue ante el colombiano Jhon Teherán en el Luna Park) pero conserva un estado físico imponente; de hecho se lo ve bastante más musculoso que en su época de plena actividad.

(Foto: Agustín Dusserre)

Él es más alto: más grande soy yo”, dice, en broma, sobreactuando arrogancia, sobre su rival. Refiere a su status boxístico pero algo también hay con el tamaño, y acá van algunas de las conclusiones recabadas sobre el ring: así de armado como está, se lo percibe sólido, imperturbable, imposible de mover. “Sacá el 1-2”, me dice, y yo me desvivo por tirar mi mejor jab seguido de mi mejor directo de derecha, y el tipo los para con la guardia mientras habla, como si estuviera pidiendo un café con leche en un bar. Podrá objetarse mi debilidad pero ojo: minutos antes había hecho ocho rounds de guanteo picantísimo contra dos pupilos de veintipocos del gimnasio IFC de Flores y fue lo mismo. Da la sensación de que le podés partir una llave inglesa en el cráneo, se va a sacudir la transpiración y va a seguir parado ahí, mirándote como si nada.

Maravilla es guerrero de mil batallas, pero igual el Párense de Manos está lleno de novedades para él. La más evidente: va a ser parte de una velada no federada. Otra: va a pelear a cuatro rounds por primera vez en tres décadas (“es como si uno fuera corredor: pelear a cuatro rounds es una carrera de cien metros y pelear a doce, una maratón”). Otra más: se medirá ante un heavyweight siendo un mediano “agrandado”, a la Roy Jones Jr. “Pablo es más fuerte, más pesado, pega más duro, resiste mejor los golpes. Lo que yo tengo que hacer es que la fuerza de él sea un arma de doble filo. Que su fuerza sea su propio enemigo. Yo tengo que trabajar con la fuerza de él. Es una virtud que yo tengo que convertirla en virtud para mí, tengo que convertirla en defecto a esa fuerza. Él es un boxeador de ataque. No busca la distancia, busca al rival y quiere encontrar la distancia gracias a sus golpes, a su sorpresa con el 1-2. Tiene más lentitud que yo, más torpeza que yo. Y mucho menos experiencia que yo, mucho menos roce. Todo lo que pueda pasar en el ring yo ya lo habré vivido unas mil veces, o más. Y para él quizá algunas cosas sean completamente nuevas”, explica.

(Foto: Agustín Dusserre)

Intentando que todo eso no pase estará Migliore, el underdog, el aspirante a un título que no existe. Tiene un carrerón como arquero (Boca, San Lorenzo, Racing, Huracán, Argentinos Juniors…) pero su currículum en boxeo profesional consta de solo tres peleas: dos victorias por nocaut y una derrota por KOT, todas en 2019. Pablo boxea desde siempre (contó varias veces cómo la disciplina que pide este deporte le sirvió para acomodar ciertos hábitos no tan prolijos) pero le dieron la licencia a los 37 años, sin experiencia amateur (no fue la Federación Argentina de Box sino la World Pugilism Commission, una entidad flojísima de papeles que se instaló como una especie de “AFA paralela” del boxeo argentino hace unos años). Se retiró en el 20 y ahora volvió a entrenar en el Simal, un gimnasio bien de barrio, vieja escuela de Ramos Mejía, para enfrentar a Maravilla.

El tipo es enorme (1,90 m) y, sobre todo, larrrrrrgo de brazos; imposible metérsele a la corta para intentar un gancho o un cross sin estrellarse contra un jab o perder los dientes con una derecha en punta. Lo visto en esos minutos en el ring frente a él: hasta en plan lúdico es un perro de presa, un cazador que no contempla la posibilidad de que entre campanita y campanita uno pueda no estar persiguiendo a su contrincante por los cuatro ángulos rectos del cuadrilátero con el fin de demolerlo, preferiblemente de una sola piña. Con una sonrisa en la cara que no tiene cuando guantea, y sabiendo que lo que hacíamos no calificaba como boxeo, igual se dedicó a avanzar y yo a recular y rezarle a un Dios en el que no creo para que no se le salga la cadena y me convierta en mártir del periodismo.

(Foto: Agustín Dusserre)

Él también tiene su estrategia para la gran noche, y justamente tiene que ver con este estilo implacable suyo: “Sergio es un boxeador que suele manejar la pelea con la mano de adelante, con distancia, y apelar al error del rival para poder contragolpear. Y en este caso, la distancia juega a mi favor. Entonces, por ahí va a tener que plantear otro tipo de pelea en la cual nos encontremos cuerpo a cuerpo muchas veces, y en el cuerpo a cuerpo yo tengo la ventaja de ser más fuerte. Pero bueno, también es un boxeador con mucha técnica, que no te podés descuidar porque tiene buenas manos, tiene buenas características de boxeador. Creo que uno de los errores que le he visto es la defensa de él: la defensa del cuerpo a cuerpo no es lo mejor de él. Lo mejor de él es la distancia, pero si la pelea se da como yo pienso, la distancia va a estar a mi favor”.

Migliore habla de la pelea con Julio César Chávez Jr., aquella que Sergio (“nosotros le decimos Sergio: prohibido decirle Maravilla”, advierten antes de la nota) le ganó al mexicano dándole una clase de boxeo y sufriendo inesperadamente al final. “Justo en ese último round él no hace el pasaje de pierna que venía haciendo durante toda la pelea, y Chávez lo encontró con un cross de izquierda”, dice. Aquel traspié que por poco no arruina el trabajo inmejorable hecho en los once rounds anteriores tiene que ver, no con una desconcentración o un logro del oponente, sino con algo que, en sí, explica la mismísima existencia de este Párense de Manos: la necesidad de dar espectáculo. “Si yo empiezo a caminar y me escapo: perfecto, gano la pelea por puntos. Si yo me hubiese ido con el famoso ‘salí de ahí, Maravilla’ de mi amigo Walter Nelson, no estaríamos hablando ahora nosotros. No estaría acá, mi carrera no hubiese trascendido. Hay un momento que va a marcar la vida del deportista. Yo soy ese momento. El de la resiliencia soy yo”, dice el campeón.

(Foto: Agustín Dusserre)

De alguna manera “resiliencia” y “boxeo” son sinónimos. En lo práctico: hay que seguir yendo para adelante después de una trompada en la nariz, sin vueltas. Pero también en las historias: mientras el público general entiende que “boxeador” es alguien que pelea por veinte palos verdes en un hotel de Las Vegas, lo cierto es que el 99% de los que responden a ese mote son albañiles, deliveries o fleteros que se sobreponen a los horarios ajustados, al cansancio y a los maltratos del establishment boxístico por un sueño de gloria y una bolsa equivalente a dos o tres compras chicas en el supermercado. Por eso, los fundamentalistas del box ortodoxo miran de reojo una velada que llenó Vélez (igual que lo llenó Maravilla en 2013 en su contienda contra Martin Murray) pero que en su cartelera no tiene bichos de gimnasio, sino a Yeyito, a Luken, a Momo, a Tomás Mazza, a Flor Vigna.

Yo entiendo que haya opiniones de gente que cuida su deporte o su negocio, ¿no? Pero si vos no le jodés la vida a nadie, no sé por qué tiene que generar una opinión mala el hecho de que los streamers se suban a un ring a boxear, si se lo toman en serio y se entrenan y se preparan”, dice Migliore. Una revelación: todos los que van a poner el lomo en el Párense de Manos tienen un acompañamiento médico puntilloso, algo que no es tan habitual en el deporte como uno podría suponer. “Nos hacen análisis de sangre, nos hacen un montón de estudios para poder estar a la altura, todos se brindaron mil por mil, están atentos, nos llaman una vez por semana para ver cómo estamos, si necesitamos algo… la verdad que ni en el fútbol me ha pasado eso. Y menos en el boxeo: pobre gente, vos escuchás algunos relatos, algunas anécdotas y la pasan demasiado mal…”. 

Algo parecido piensa Maravilla: así como él apuesta a que la fuerza de su contrincante juegue a su favor, hay que aprovechar la moda de las peleas de streamers para alimentar el boxeo: “El 19 es la velada; el 20 va a haber no menos de 2000 personas nuevas solo en Buenos Aires entrando a un gimnasio porque quieren ser boxeadores. Jóvenes, no tan jóvenes, gente mayor. Porque ve que el boxeo es accesible. El problema viene con los dinosaurios que tenemos desde siempre en el boxeo, que nos creemos que esto es para nosotros, que esto es nuestro. Y el boxeo no es para nosotros: es para la gente, es para aquel que quiera animarse a practicarlo. Si mañana a los influencers se les ocurre hacer un torneo de pádel, nadie vuelve a hablar del boxeo, y el boxeo argentino vuelve a tener las telarañas y el polvo de siempre encima. No podemos ser tan ignorantes de cerrar las puertas: necesita más el boxeo de los influencers que los influencers del boxeo”.

Párense de Manos 2: horarios y dónde ver las peleas

  • 16.00 – Apertura de puertas
  • 16.30 – Backstage con Coscu (Martín Pérez Disalvo)
  • 18.00 – Inicio del stream
  • 18.15 – Alfombra verde
  • 18.45 – Yeyo vs. Zeko
  • 19.15 – El Turco García vs. El Ruso
  • 19.45 – Manuela vs. Flor Vigna
  • 20.30 – Jaime Lorente vs. Nazareno Casero
  • 21.00 – Will vs. Luken
  • 21.30 – Show de Nashi Nashai
  • 21.40 – Rober Galati vs. Emilio (Tiempo de Videojuegos)
  • 22.10 – Show de Luck Ra
  • 22.30 – Marti vs. Federikita
  • 23.00 – Robleis vs. Mazza
  • 23.30 – Show de Khea
  • 23.45 – Pablo Migliore vs. Maravilla Martínez
  • 00.20 – Himno Nacional interpretado por El Mono de Kapanga
  • 00.30 – Momo vs. Mike Máquina del Mal

Los horarios pueden están sujetos a modificaciones debido al desarrollo de los combates. La velada será transmitida en su totalidad por la plataforma de streaming Kick, en el canal de Luquitas Rodríguez.

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