Néstor Ramljak mira la batería dubitativo. Los tones marcados por los golpes. Una frazada vieja y una piedra adentro del bombo. El aro del redoblante microfoneado con un “58”, básico, de batalla. No es el instrumento que esperaba encontrar en Anchor Recording Studios, de Kingston, adonde viajó con su banda, Nonpalidece, para registrar el disco más ambicioso en 25 años de carrera. Entonces le sale preguntar: “¿Y la batería para grabar, dónde está?”.
Uno puede imaginar el gesto entre severo y altivo –casi parte del folclore jamaiquino– de Delroy “Phatta” Pottinger, ingeniero de Anchor, ante la consulta del gringo blanco con acento latino y dreadlocks: “¿Ustedes vienen a grabar reggae, no? Bueno, esa es la batería. Dejen todo así”, dijo para cerrar el asunto.
Bienvenidos a Jamaica. La tierra del no problem… siempre que el recién llegado no se los busque, se amolde a la idiosincrasia local, reaccione rápido, no se duerma.
“Cuando fuimos al control a escuchar, entendimos que esa batería cascoteada, digna de una sala de ensayo del conurbano bonaerense, sonaba perfecta. Era exactamente lo que habíamos ido a buscar”, cuenta ahora Néstor, el frontman de Nonpa, todavía con cierta sorpresa y otra lección aprendida.
La de Anchor es solo una de las muchas postales que Nonpalidece, hoy uno de los mayores referentes del reggae en español, acumuló el año pasado en su aventura de diez días por la tierra de Bob Marley. Una experiencia que, además de marcarlos de por vida, dio como resultado concreto Hecho en Jamaica (Pelo Music), con el que la banda celebra su primer cuarto de siglo (lo presentan el año que viene en el Movistar Arena). Facturado entre Kingston y Buenos Aires, con coproducción del inglés Brinsley Forde, vocalista de los indispensables Aswad (a esta altura una especie de padrino de lujo, que ya había colaborado antes con la banda). Y con una galería de invitados notables como el “sing-jay” Big Youth, el cantante Mykal Rose, el ras-tano Alborosie, el saxofonista jamaiquino Dean Fraser y, ya de vuelta en el Río de la Plata, Fito Páez y Fabiana Cantilo (en una sorprendente relectura de “Love Song”), la Delio Valdez y No Te Va Gustar, entre otros.
Una síntesis de la excursión grupal al Caribe se puede apreciar en el impecable video del single “Dame luz”, realizado por el fotógrafo Santiago “Gallo” Bluguermann.
Para un artista de reggae grabar en Kingston podría ser como cursar un máster en el género. “Sí, pero para llegar al máster, antes tuvimos que hacer la carrera”, aclara Néstor, que no solo lleva la voz cantante, sino que también oficia de vocero de su banda, que se completa con Germán Bonilla en batería, Facundo Cimas en bajo, Agustín Azubel en saxo tenor, Bruno Signaroli en guitarra, Martín Mortola en teclados y Ariel Sciacaluga en percusión.
Los músicos oriundos de Tigre fueron alumnos aplicados y metódicos, durante dos décadas y media, en las cátedras de composición e interpretación del aparentemente fácil, pero en realidad complejo, groove jamaiquino, al mismo tiempo que procuraban canalizar su propia voz, su estilo particular.
“Desde muy temprano yo entendí que no cantaba como ellos ni iba a cantar como ellos –admite Néstor–. Lo cual me llevó a una búsqueda propia. Y tuve que amigarme con eso y con el español. Todos nombran a Guille Cafre como el que abrió la puerta al reggae en español, pero yo cantaba y fraseaba muy diferente. Pensaba: ‘Tenés que amigarte con eso’. Necesitaba valorarme, conocer mis límites y superarlos”.
A diferencia de otros géneros satelitales de la cultura rock, el reggae puede realmente adoptarse como un estilo de vida integral, que incluye, además de la música, un look, un célebre estilo capilar, un tipo de alimentación, otros humeantes consumos, un credo religioso y hasta (en los casos más avanzados; ver, por ejemplo, al italiano Alborosie) una manera de hablar y de caminar. Néstor puede no haber incorporado cada ítem del inventario, pero el reggae definitivamente le pegó fuerte. “Me llega en las primeras salidas de adolescente en los 80, a los 14, 16 años, en bares y boliches donde los DJ pasaban algo de Marley, algo de UB40. Y a partir de eso, buscaba más artistas, como Peter Tosh y Bunny Wailer; nos empezamos a grabar casetes, verdaderos tesoros. Después, internet nos trajo mucha info, pero antes se valoraba más lo que conseguías, como esos discos que tenía sólo el Chaqueño, en Belgrano [se refiere al DJ Miguel Lalli y su disquería, Downtown de la galería Churba, en Cabildo y Juramento]”.
Para consagrarse al reggae, Néstor dejó varias cosas. Dejó atrás su primera experiencia con una banda de hard-rock (Valium), dejó de comer carne, dejó el tabaco y… se dejó los dreadlocks. “No desconecté más. Descubrí un mundo apasionante, que incluso me llevó a redescubrir el rock de los Stones o The Police con un nuevo oído. El reggae hasta me dio un trabajo, una vida, un objetivo. Me hizo creer en mí”, cuenta.
Pero la conversión solo se completaría con otro ingrediente esencial. “Tanto como la música, lo que me impactó realmente fue descubrir la marihuana. Fumar hizo que esa música resonara en mi interior de una manera que nunca me había ocurrido. Y si había una parte de ese mensaje en inglés que por ahí no entendía del todo, con la marihuana eso cambió. En aquellos encuentros clandestinos, donde escuchábamos reggae y fumábamos el famoso paraguayo, que es lo que podíamos conseguir en ese momento, recuerdo que el audio penetraba de otra manera. Sin hacer apología, la marihuana me predisponía, me daba muchas herramientas sensitivas a la hora de escuchar”.
Welcome to Jamrock
Pronto, a Néstor no le alcanzó con escuchar. Necesitaba participar activamente. Así surgieron las primeras juntadas para intentar descifrar esos intrincados secretos, camuflados de simpleza y repetición, propios del patrón rítmico conocido como one drop. “Flipamos con el audio, no teníamos la meta de salir a tocar. Nos flipó que la batería cayera en el aro y el bombo, que el bajo dejara esa especie de aire libre. Empezamos con la idea de acercarnos a eso, no para salir a tocar. Éramos un cuarteto, algo más rockero: dos violas, bajo, batería”.
Aquellos ensayos, alrededor de 1996, se dieron en una sala-centro cultural clave para el under de zona norte. “Ensayábamos en La Nave Kadmon. Los que pasamos por esa sala fuimos muy revolucionados por sus dueñas, Ale y Sonia. En ese momento, una pareja de mujeres con un emprendimiento así era algo atípico. Fue un lugar muy importante para el under, por donde desfilaban bandas heavies, punk, hardcore; de todo y en armonía. Tenía un living donde, por supuesto, resolvías los problemas del mundo mientras dibujabas el logo de tu incipiente grupo. Y así fue que nos invitaron a tocar ahí, en una fiesta por el Día de la Primavera. Teníamos cuatro o cinco temas”.
Ese debut un poco inconsciente sería el punto de partida de una trayectoria de crecimiento exponencial. Al margen de las alzas y bajas cíclicas, propias de la escena reggae argentina y latinoamericana, Nonpalidece es –con Los Cafres, Fidel Nadal, Los Pericos y Dread Mar I– de los pocos artistas argentinos en el rubro que lograron sumar un público amplio y fiel, por fuera del gueto reggae. De 2000 en adelante, grabaron media docena de discos en estudio, tocaron en escenarios de toda escala, incluido el Luna Park, por todo el país, y giraron reiteradamente por las Américas y por Europa. Canciones como “La flor”, “Love Song” y “Reagge en el universo” son títulos infaltables en el prolífico cancionero reggae argentino.
A lo largo de los años, se ganaron el privilegio de acompañar a muchas de las leyendas jamaiquinas que llegaban a Buenos Aires: The Wailers, Gregory Isaacs, Horace Andy, Pablo Moses, Israel Vibration. Lo curioso es que, en muchos casos, los shows de estos artistas eran sustentables gracias a la creciente popularidad de Nonpalidece.
“Aportamos lo nuestro para que pudieran tocar acá y en mejores condiciones –recuerda Néstor–. Garantizábamos más público, poníamos el backline, posibilitábamos acceder a un escenario más grande. Y eso después fue importante también para el reconocimiento del reggae latinoamericano. Los artistas jamaiquinos ven que hay un público en nuestra región, ven los números que las bandas latinas tienen en las plataformas, ven que está pasando algo. Tuvimos la oportunidad de ir por primera vez al Rototom [uno de los mayores festivales de reggae, que se realiza cada año en Benicasim, España], y nos cruzamos con Mutabaruka, Barrington Levy, Burning Spear… Después de tantos años de tocar, estar cerca de estos músicos es un premio muy especial”.
Pero ni en la más dulce y humeante noche de verano junto al río, en el Tigre, Néstor se vio pisando las mismas salas en las que alguna vez grabó Bob Marley. Y, sin embargo, en marzo de 2023, aterrizaba junto a sus compañeros en Jamaica para cumplir el sueño del músico de reggae argentino, japonés, alemán o venusino.
Brinsley Forde los esperaba en el aeropuerto con una sonrisa y una mochila cargada de Red Stripes, la cerveza icónica de Jamaica, reconocible por la botella retacona y la etiqueta símil riverplatense. Enseguida les dio su primera indicación como productor: olvidarse de grabar nada por unos días. Les dijo que antes de pisar un estudio debían conocer la isla. Así que las primeras tres jornadas las dedicaron a viajar por la costa norte (donde se ubican las playas y localidades más populares y turísticas, como Negril), probaron el tradicional jerk chicken y trasnocharon en el Dub Club, el sound system del selector Gebre Selassie con vista panorámica sobre Kingston y unas frecuencias graves capaces de dejarte vibrando y medio sordo por varios días.
Néstor nunca había estado en Jamaica, ni grabando ni como turista. “Fue loco llegar ahí y sentir que conocés todo, por esas fotos, esos videos VHS que miramos durante tantos años”. Efectivamente, ahí estaban esas locaciones, esa gente, esas vistas de las tapas de los discos. También la pobreza. Y los “government yards” de Trenchtown, los complejos habitacionales pobres donde Marley recordaba que solía sentarse, en la letra de “No Woman No Cry”.
“Fuimos a visitar la casa de Marley en Trenchtown. Dos veces, porque la primera había una redada de la policía y no se podía pasar. Todos ven en las camionetas con turistas una oportunidad de que les den un dólar, todos son amigos de Marley y te ponen la manito para que les des algo. En Coronation Market llegamos y se generó una cosa… Nos tuvimos que ir. Jamaica sigue siendo un lugar con mucha desigualdad, y donde hay desigualdad hay crimen”, cuenta Néstor, sin romanticismo.
Marley Museum
Empapados de Jamaica, los Nonpa estuvieron listos para el otro tour, el de los estudios. Como el mencionado Anchor, quizás el de clientela más internacional, por donde alguna vez pasaron los Stones y Sting; Harry J’s, otra sala mítica, donde se grabó gran parte de Catch-a-Fire, el primer LP de proyección global para Bob Marley and The Wailers; y Tuff Gong, el estudio de la familia Marley, con una sala enorme, además de disquería y planta de prensado de vinilos.
“Nos dimos cuenta de que en Argentina tenemos estudios de un nivel muy alto. Pero el tema es que en esos lugares hoy graba Nonpa y mañana La 25 y pasado… Es decir, estudios que proveen herramientas para grabar cualquier cosa. Por eso siempre en Argentina se nos hizo muy difícil explicar cómo queríamos sonar, por más que lleváramos referencias. En cambio, en los estudios de Jamaica, con ese olor a humedad, esas cosas atadas con alambre y esos murales de Marley que están igual hace años, todo está dado para grabar reggae como se debe”.
En Jamaica, se pueden visitar tres casas en las que vivió Marley. La del pueblo de Nine Mile, en la parroquia de Saint Ann; la del mencionado government yard, en Trenchtown; y la residencia en el 65 de Hope Road, Kingston, que se aprecia en buena parte de la reciente biopic One Love y que hoy es un museo y el principal atractivo turístico de la capital. En esta última, Nonpalidece recogió otra vivencia que deberán preservar en sus memorias ya que ahí no se permite sacar fotos ni hacer videos.
El Bob Marley Museum no quedaba lejos de su hotel, así que fueron caminando en uno de sus ratos libres. Los músicos querían conocer el patio donde al músico se lo ve jugar a la pelota en tantas fotos o la pared donde aún se aprecian los disparos del atentado en el que intentaron asesinarlo. “Esta es la casa adonde lo lleva a vivir [el productor jamaiquino blanco dueño del sello Island] Chris Blackwell, cuando Marley ya es una estrella. Hay un rasta que te hace poner el celular en modo avión y te va contando la historia mientras recorrés los distintos ambientes”, cuenta Néstor. En este caso, el guía no tenía el mejor humor. De hecho, parecía incluso disgustado por la charla en castellano de la comitiva argentina durante la visita. Entonces hizo una pausa, dejó de hablar y, sólo cuando se apagó el último comentario en español, dijo: “Mejor hablen ustedes, que saben mucho más”. Forde, que acompañaba a los Nonpa, debió interceder para calmar los ánimos y que el tour siguiera.
Cuando llegaron al sector del estudio de grabación recubierto en madera dentro de la casa, el guía contraatacó: “Ustedes son músicos, ¿no? ¿Por qué no cantan una canción?”.
“Yo no soy de los que se ponen a cantar naturalmente en cualquier lado. Pero en ese momento empecé a cantar ‘Three Little Birds’. Después de un primer silencio, todos los chicos y Brinsley se fueron prendiendo. Y, ahí sí, el guía, que al principio tenía una cara de orto total, empezó a sonreír y hacer unas contestaciones a lo que cantábamos. Se armó una onda espectacular. Como dice la canción, había una mística natural en el aire”. El fotógrafo que acompañó a Nonpa para inmortalizar el viaje a Jamaica con clips y un documental nunca dejará de lamentar la prohibición de tomar imágenes en Hope Road.
Ser político
No hace falta viajar a Jamaica ni conocer su casa museo para saber de la dimensión de la figura de Bob Marley. Pero ver los disparos aún marcados en esa habitación –producto del atentado del 3 de diciembre de 1976– es impactante. “Creo que ahí tomé mayor conciencia de lo fuerte que es que quisieran matar a un artista por lo que decía –recuerda Néstor–. ¿Quién iba a querer matar al tipo de Whitesnake por cantar ‘nena, nena, nena’?”.
Continúa Ramljak sobre el profeta rasta: “Lo que me impresiona es su capacidad de transformar una realidad tan compleja, desde lo material hasta lo sentimental. Un origen humilde, un padre que lo abandonó, una Jamaica convulsionada. Perfectamente podría haber terminado como gángster, pero convirtió todo eso en canciones. Es muy inspirador”.
Tan inspirador que Nonpalidece tomó nota de las enseñanzas de Marley en lo musical, pero también en el mensaje de su lírica. “Marley era muy activo, políticamente. No es una pavada, porque nos pasa en los shows que, cuando manifestamos nuestra postura, algunos se enojan y dicen ‘no hagan política, hagan música’. Fastidia un poco el ‘hagan’; de última podés compartirlo o no, pero no me digas qué tengo que hacer. En un momento en el que nadie quiere hacer política ni decir su opinión porque quedás pegado, porque no te conviene, porque ahuyentás gente, porque tu público te va a dejar de seguir. Llegué acá siendo yo mismo, nunca dejé de hacer algo para ganar más público. Y no voy a empezar ahora”.
“Hay tantos imposibles posibles y sólo vos podés cambiarlo todo”, dice “En el aire”, canción de Activistas (2005), acaso el más politizado de los discos de Nonpalidece. El llamado a la participación sigue igual de presente en su discurso. “Una cosa es la política partidaria y otra es hacerte cargo de que sos un ser político, asumirlo e involucrarte. No hace falta ser partidario. Cuando vas a tocar para las Abuelas de Plaza de Mayo o en el acto por un caso de gatillo fácil, eso también habla de tu postura. Estamos viviendo en una sociedad cada vez más individualista y el nivel del debate me da mucha pena, pero nuestro mensaje es el conatrio: informate, formate e involucrate”, señala Néstor, con el tono más serio de la entrevista.
Entradas Recientes
- Caso Julio Moura: “No buscamos venganza, queremos entender lo que pasó para poder sanar”, dice el hijo de la mujer que murió en La Plata
- Patti Smith está 'bien' después de colapsar en el escenario en Brasil
- Bring Me The Horizon le pone su propio estilo a “Wonderwall” de Oasis
- SEARED eleva el arte del grill en Los Cabos
- Liam Gallagher responde para traerme la portada de 'Wonderwall' de Horizon
- “Ozzy está felí” asegura Sharon Osbourne
- Gotti Vs. Tiago PZK – Rolling Stone en Español
- Chase & Status son los últimos carteles de todos los puntos de Londres East
- Elton John respalda a Paul McCartney: “La música corre peligro”
- Patti Smith en Buenos Aires: poemas y trances chamánicos con la guía de una heroína del rock
- 'Dolce' de Cazzu votó como nueva música favorita latín
- Nicko McBrain reaparece tras retirarse de Iron Maiden
- Migrantes, egos y criminalización – Rolling Stone en Español
- Harto: Sebastian Bach renuncia al headbanging
- Taylor Swift asiste al Juego de Campeonato de la AFC Chiefs-Bills: Fotos