Neo Pistea volvió a patear el tablero. Cuando todo apuntaba a una reinvención sonora y estética suya, a partir del lanzamiento de su disco Neo (2023), donde puso a prueba los límites del trap (al establecer una dialéctica con el rock y el punk), el artista pegó el volantazo. Lo que representó una sorpresa para la escena musical argentina, así como una alegría para los fundamentalistas del trap. Y es que el nativo de Merlo apostó nuevamente por sus raíces en el género. De lo que dan constancia las 11 canciones de su reciente álbum, Culto, subido a las plataformas digitales de música el viernes pasado. Para ello contó además con el respaldo, en forma de featuring y a manera de legitimación, de otros precursores del trap argentino y de algunos de sus descendientes.
“Estaba por grabar la segunda parte del proyecto anterior, y hablé con el equipo. Les dije que tenía ganas de hacer trap, y surgió la idea de hacer un discazo de trap”, revela el álter ego de Sebastián Chinellato. “Quería meterle desde el principio, arrancar el proyecto de cero. Así nació Culto. Si bien estoy volviendo a las raíces, es un trap más maduro. O bastante diferente al que hice antes. Fue un poco traer lo que estuve haciendo en mi último disco, y mezclarlo que con lo que aprendí y con lo que tengo ganas de hacer ahora”. Al momento de explicar el título, el cantante y compositor dice que no tiene que ver con el culto que existe en torno a su figura, sino más bien con la verdadera idiosincrasia del género. “Hay unos patrones que se deben seguir para que el trap sea trap”, advierte.
¿Cuáles son?
Me refiero básicamente a los valores que tienen que existir en el trap: el respeto, la humildad, la sencillez, la calle, el barrio y la familia. Esas son las cosas que hay que contar, esa es la manera de hablar. El que entiende el trap sabe que en eso se basa el culto al trap. El peso del género y del movimiento están en el mensaje y el significado. En el disco intenté recopilar lo que para mí iba por ahí. Es una ensalada.
¿Cómo es para vos el trap argentino de esta época?
No es una moda, pero se perdió el origen del trap, el mensaje principal. El idioma universal del trap ya no se habla tanto. Cuando el género apareció en Argentina, los pibes, en su día a día, vivían la forma de ser del trap. Hoy ya no se relacionan tanto con eso. Ahora quizá hay que buscarle la vuelta al “lifestyle”, al menos intentar producirlo, para que no deje de ser trap. Con esto me refiero al mensaje callejero, a los códigos y los valores. Pero la vida va evolucionando, y la gente cambia. Extraño cuando el trap era súper puro y real. Ése fue su momento de esplendor. Era algo orgánico. En cambio, hoy ya ves en lo que se volvió: en un producto industrializado.
generación, entre los que se encuentran Styfi, Pablo Chill E, Bhavi, Khea y C.R.O.. FOTO: Vera Rosemberg
¿Sentís que te convirtieron a vos también en un producto industrializado?
La gente te ve de una manera, pero no todos te ven igual. Los más cercanos a vos saben cómo sos, y entienden por qué hacés esto y aquello no. El propio público se da cuenta cuándo un artista se transforma en un producto, y eso lo notan a través de los valores. También están los que tienen una idea acerca de vos más superficial, a raíz de una canción. Para la gente que no te conoce, en ese momento sos un producto. Quizá entraste en el mercado por una colaboración o con algo que ya creó la industria, y es imposible no formar parte de eso. Luego, en el día a día, que cada uno haga lo que desee. Tampoco es que hago algo para contrarrestar eso, a veces siento que pasa solo. En ocasiones, hasta los mismos sellos discográficos llegan a intervenir en la imagen del artista. Sin embargo, me parece ya no pasa tanto como en otra época.
¿Llegaste a reflexionar sobre esto que contás con Duki e Ysy A?
Con los pibes hablé de esto, pero quizá no tan a fondo. Aunque estoy seguro de que la mayoría de mis compañeros entienden el mensaje y piensan igual. Comprenden que así funcionan las cosas. Al final, nadie es juez de nada. Yo hablo por mí. Puedo jugar al fútbol con ojotas, pero si voy a la cancha me tengo que poner los botines. Hay una línea para jugar como se debe jugar. Si no están esas cosas, para mí no es trap. El trap no es un sonido, sino un estilo de vida. Una manera de hablar. El R&B es un género real, lo mismo que el reggaetón. Pero el trap romántico no existe.
Aparte de Duki, quien prestó su vos para el single “Pacto”, e Ysy A, que junto a Pablo Chill-E participó en la canción “No soy un sapo”, Culto tiene un armado quirúrgico de colaboradores. C.R.O., Khea y Bhavi se encuentran en el tema “Canadá”, mientras que el misionero Quan The Young fue convocado para “Sin dormir”, y el puertorriqueño Eladio Carrión le puso su particular flow intimidatorio a “R.I.C.O”. “Las colaboraciones salieron bastante rápidas”, expedita Neo. “Como trabajé con gente allegada, entonces todo fue bastante natural y orgánico. Busqué a personas que quería que estuvieran en el disco. Algunos, por razones de agenda, no pudieron estar. Metí a la gente que con su letra y su energía me iba a sumar a esa idea. Ellos representan mi manera de entender el trap”.
Iceeyes, Class, Oniria, Max Waller, Clubhats, Astral, Ivo Wosco y el multiinstrumentista estadounidense Purs on the Beat fueron los productores musicales del álbum. Los dos últimos coincidieron en la construcción de “Luna”, otro de los singles de Culto, y cuyo video, como preámbulo del lanzamiento del disco, vio la luz el 13 de noviembre pasado. En su puesta en escena se puede apreciar a varios de los traperos que participaron en los feats, al tiempo que aparecen otros que no están en el repertorio. Pero que son fundamentales para esta nueva etapa del pionero del trap argentino, entre los que destacan Callejero Fino y Stiffy. “Callejero Fino no es un artista de trap, pero es más trap que el 80 por ciento de los artistas que hacen trap en Argentina”, afirma. “Él es un pibe de barrio como yo”.
El video de “Luna” sirvió asimismo para dejar asentada la nueva imagen de Neo Pistea. Se trata de una estética que apuesta por la crudeza, la desprolijidad y la oscuridad, inspirada en diseñadores de moda como el estadounidense Rick Owens y el italiano Marni, quien, por cierto, siente una especial atracción por la vinchas. Y justo ésa es una de las prendas que destaca en el outfit del trapero. De hecho, la lleva puesta en la entrevista, que sucede en un ínterin de la sesión de fotos que respaldará a este flamante trecho de su carrera artística. El cambio de imagen se podrá evidenciar además durante su performance en la inminente edición del festival Buenos Aires Trap (intervino en todas sus realizaciones), que lo tiene entre los actos de la primera fecha, el próximo sábado 7 de diciembre.
La publicación de Culto estuvo antecedida por un puñado de canciones colaborativas que Neo Pistea consumó este año con Khea (en “100 o mil”), C.R.O. (en “Hustlers”), y Rei y Obie Wanshot (en “Mucho de todo”). También la rompió en el remix de “Bésame”. Sin embargo, pese a que estuvo activo en los últimos meses, el artista no lanzó música nueva en su canal de YouTube desde la aparición de su álbum Neo. Pero si hay un rasgo que distingue a este juglar de la urbe es el desconcierto. Es por eso que su nuevo álbum, al que ya le cuelga la chapa de “Mejor disco de trap argentino de 2024”, es intenso, crepuscular y hasta devocional. Es, una vez más, el pastor sermoneando a su feligresía. Lo que denota en su tema No soy sapo: “Me fui hasta el cielo y regresé, no me quedé porque no quise”.
En octubre cumpliste 30 años. ¿Cómo te pega el recambio de década?
Me siento maduro, consciente y me redescubrí musicalmente. Tengo las ideas muy claras. Ya las tenía hace tiempo, pero dudaba sobre ciertas cosas. Ahora estoy enfocado en mí, en lo que quiero hacer, y además con cero presión de tiempo. Estoy en el mejor momento de mi carrera y de mi vida. Vengo preparando esto desde hace dos años. Venía estirando un montón de cosas, y me dije que a los 30 me ponía las pilas. No me refiero a lo musical, sino más a lo personal. Y estoy metiéndole a eso.
