
Cuando las pantallas del escenario Flow se iluminaron con un cartel de advertencia y los instantes de espera se convirtieron en largos minutos, un escalofrío corrió por la espalda de todas esas chicas que habían llegado temprano al Hipódromo de San Isidro para ver el debut de su ídola en Argentina desde las vallas del Lollapalooza.
Las chicas ya se habían aguantado la lluvia, que con intermitencia y siempre en dosis generosas, puso a prueba su paciencia (y la resistencia del suelo) durante todo el domingo. También habían conseguido sortear el kilométrico line-up, nutrido de opciones para todos los gustos y con mucha presencia femenina. Entonces, ahora sí, ya estaban listas para ver a Olivia Rodrigo por primera vez en estas tierras y nada ni nadie podría arruinarles el momento. Pero, después de cuatro canciones (“obsessed”, “ballad of a homeschooled girl”, “vampire” y nada más ni nada menos que “drivers license”), la cantante dejó el escenario.
El cartel en las pantallas cortó la vibra que había dejado en el aire aquel primer single de Olivia, con el que lanzó su carrera musical hace apenas cuatro años. Una voz en castellano dio el aviso por los parlantes de que el show debía detenerse unos momentos por cuestiones de seguridad. En otras palabras, había demasiada gente amontonada adelante y el momento que tanto habían soñado las fans se estaba pareciendo más a una pesadilla.
Si bien es cierto que no fue tanto tiempo de impasse, la incertidumbre hizo que pareciera más largo. Y la sensación de que el concierto podía quedar trunco no cesó hasta que la artista de 22 años volvió a aparecer en el escenario con su sonrisa magnética para interpretar otro tema de su ópera prima, “traitor”, que funcionó como antídoto para alejar todos esos pensamientos negativos que acechaban.

“La puta madre. No creo haber visto tanta gente en toda mi vida. Dios mío”. Las palabras de Olivia Rodrigo al contemplar la inmensa masa que había ido a verla sonaron sinceras. Vestida con un conjunto de cuero rojo y botas negras, la cantante, que comenzó su carrera como actriz en Disney (Bizaardvark, High School Musical: The Musical: The Series), se colgó una guitarra eléctrica, se sentó en el piano, corrió, bailó, conectó profundamente con su público y aprovechó todo el ancho del escenario para desplegar su propuesta pop de estribillos catárticos.
Además de recorrer sus únicos dos discos —SOUR (2021) y GUTS (2023)—, la joven se despachó con un cover de “Don’t Speak”, de No Doubt, un gesto que seguramente fue celebrado por la comunidad de padres que habían ido a acompañar a sus hijas al Hipódromo. Y, después de tirarle flores a los fans locales durante prácticamente todo el concierto, se despidió bien arriba con “good 4 u” y “get him back!”, para demostrar que ella puede ser la síntesis perfecta entre Taylor Swift y Avril Lavigne.

Mucho más temprano, en ese mismo escenario, Chita había enfrentado a la lluvia con su approach al neosoul mientras BB Asul, desde el Alternative, se mandaba una versión muy personal de “Ya no sos igual”, de 2 Minutos, dedicado a “las víctimas de [la ministra de Seguridad] Patricia Bullrich y [el presidente] Javier Milei”.
El show de la cantante y modelo española Marina Reche en el escenario Samsung sirvió como antesala de uno de los grandes hits de la tarde: Girl in Red. Aunque había amanecido con fiebre, la noruega Marie Ulven Ringheim (su verdadero nombre) decidió tocar igual para “difundir el mensaje del lesbianismo”. Y fue la gran sorpresa de la última jornada de la décima edición local del festival.
Como si le faltara acción al domingo, no bien terminó el show de Girl in Red, en el escenario de enfrente arrancó Nathy Peluso. La argentina radicada en España trajo su espectáculo basado en GRASA (2024), su último álbum, y fue un aliciente para todos aquellos que no pudieron verla el año pasado en el Movistar Arena.

El atardecer fue para el estadounidense Benson Boone, con sus bigotes, su vincha, sus piruetas y sus éxitos virales en TikTok. Y la noche, para Tan Biónica, el grupo que había vuelto a reunirse precisamente en el marco de un Lollapalooza. Con Nicki Nicole y Airbag como invitados, fueron el crédito local del domingo con un setlist bien festivalero y un final a pura orquesta mientras la lluvia, una vez más, iba y venía.
Según las cifras oficiales, la edición aniversario de Lollapalooza Argentina congregó a un total de 300.000 espectadores. Aunque, por momentos, la sensación era que había menos gente que otros años. Como sea, la fiesta continúa hasta el viernes 28 de marzo con los sideshows de Benson Boone, Nathy Peluso (en Córdoba), Girl In Red, JPEGMafia y Marina Reche.
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