Finneas O’Connell: “La inteligencia artificial será muy útil como herramienta, pero no va a reemplazar a los músicos”


Durante años, Finneas O’Connell estuvo acostumbrado a llevar las riendas de todo. Desde las primeras grabaciones con su hermana (una tal Billie Eilish) a Blood Harmony y Optimist, su primer EP y álbum respectivamente en solitario, el músico y productor no solo tomó todas las decisiones artísticas, sino que tocó la mayoría de los instrumentos. Lo suyo era economía de recursos y también de espacio: gran parte de su obra temprana fue creada en una habitación de la casa familiar. En cambio, el flamante For Crying Out Loud! es fruto del esfuerzo colaborativo entre O’Connell y varios amigos.

Estuve escuchando muchos clásicos y creo que hay bastante de eso en el disco”, dice para definir a una obra que mira de cerca al mundo FM de los setenta, ya sea en la balada orquestal “Starfucker” o el soul ameno de “Sweet Cherries”. “Es una gran época de la música, así que me enorgullece si la gente lo compara con eso”, dice.

Si bien tu música siempre privilegió el componente humano, For Crying Out Loud! suena más orgánico. ¿Tuviste esa intención?

Sí. Los últimos discos los hice por mi cuenta en una misma habitación. Todas las baterías que escuchás fueron programadas por mí, toqué los teclados e hice todos los coros. Para este disco conté con mis amigos, las guitarras las tocaron ellos, los coros los hace Lucy Healy y tengo a este baterista increíble llamado Miles Morris. Todos tocamos al mismo tiempo y fue fantástico.

El nombre del disco es una manera elegante de evitar decir “la puta madre”. ¿Por qué lo elegiste?

Siempre tengo esa frase a mano cuando no quiero insultar. Me pareció que conectaba con la música porque veía que el disco tenía una cualidad argumentativa exasperada, como cuando estás frustrado y abrumado, y esa frase lo resumía bastante bien.

Comenzaste tu carrera como productor y cumplís ese rol en tus discos. ¿Te simplifica las cosas?

Para nada. Soy mi peor crítico, man. Es un desafío. Cuando estaba haciendo este disco, cerca del final llegué a un punto en el que pensé que estaba todo mal y que no debía publicarse. Necesité la opinión de gente de confianza, capaz de decirme: “No, no. Esto está bien, terminalo de una vez”. Es difícil, es como verte en el espejo: te concentrás antes en lo que quisieras cambiar de tu cara.

¿Y cuándo empezaste a creer en lo que tenías?

Cuando empecé a grabar con mis amigos me sentí muy bien. Hay un tema, “Lotus Eater”, que salió en la primera semana de grabación, y fue un punto de quiebre. Fue la canción de la que estuve más orgulloso en mi carrera solista.

¿Disfrutás de la música ajena sacándote el chip de productor o nunca abandonás la mirada crítica?

Soy como esos handymen que van a otra casa y piensan: “Uh, este picaporte está un poco flojo, dejame ver si lo puedo arreglar”. Pero al mismo tiempo,eso hace que también pueda escuchar música de otros con más apreciación y pensar: “La producción de esto es increíble”, y quizás alguien que no es productor no lo vea.

¿Este carácter “humano” del disco es una respuesta a la artificialidad de la música actual?

Hay música espectacular que se hace con un montón de elementos electrónicos, pero también tenés música increíble hecha con elementos orgánicos, y las dos conviven. Esto fue una elección personal porque sentí que quería tomar esta dirección, pero no soy el único. El disco de Charli XCX, brat, es sumamente electrónico, y uno de los discos que mejor suenan de los que escuché en toda mi vida. Pero también tenés el último de Clairo, hecho como el mío, con un montón de gente tocando en una misma sala, y también suena increíble.

“Para este disco conté con mis amigos, las guitarras las tocaron ellos, los coros los hace Lucy Healy”, cuenta Finneas. (Foto: Olof Grind)

¿Y qué te genera el uso de inteligencia artificial en la producción?

Nunca la usé. Esta es solo mi predicción y puedo estar equivocado, pero diría que cuando las cajas de ritmos, los samplers o incluso el mellotron aparecieron, los músicos de orquesta y los bateristas entraron en pánico y pensaron: “Ya fue, me van a reemplazar y no me van a necesitar nunca más”. En cierto punto tenían razón porque hay menos bateristas; hice discos enteros sin ellos. Pero al mismo tiempo, todavía no podés emular el sonido exacto de un baterista. La inteligencia artificial va a ser algo así: será muy útil como herramienta, pero no va a reemplazar a lo otro.

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