“Es de carranguero, no tragar entero”: Jorge Velosa


A finales de los años 70 e inicios de los 80, Colombia vio nacer uno de los géneros más jóvenes de nuestro folclor, un género que toma su nombre de los restos de un animal muerto, al que se le conoce como carranga. El carranguero es la persona llamada a encargarse de los restos y sacarles el mayor provecho económico posible. Con el pasar de los años estas palabras han mutado y se han convertido en un estilo musical y en su interprete respectivamente.

Jorge Luis Velosa Ruiz, que hasta en su nombre carga una rima, fue junto a Los Carrangueros de Ráquira el principal precursor de este género, que en sus raíces proviene de torbellinos, bambucos y joropos, siendo hoy en día, uno de los más importantes de la región cundiboyacense, si no es el más vigente e importante.

Después de dos décadas de su última gran producción inédita Surungusungo, el Carranguero Mayor vuelve junto a Marco Villareal y Los Carrangueros del 25, con un disco que ya cuenta con un primer sencillo titulado ‘El carrango y la carranaga’ y que verá la luz este año durante el primer semestre.

Caminando junto Velosa por los alrededores de su apartamento en Bogotá, conversamos sobre la música colombiana, el significado de la carranga no solo como música, sino como una forma de ver la vida, el campesinado y su saber, muchas veces olvidado o menospreciado.  Todo esto al ritmo de versos, coplas y poemas…

En la cotidianidad está la vida, y usted hizo de la cotidianidad una poesía, ¿cómo se ve la vida bajo ese fantástico “filtro” que es la poesía, los versos y las canciones? ¿Cómo es vivir la vida jugando con las palabras como lo hace usted?

En esta quintilla reciente puede estar la respuesta, asumiendo que en la memoria están las palabras y en la palabra la vida:

Hay un juego que me gusta,
y me llena de emoción,
y es jugar con la memoria
a inventarnos una historia
y volverla una canción.

Y agrego ahora… una canción, un poema, una copla, un cuento, y todo lo palabreante.


“Y esa vida pordebajeada ha sido la fuente de lo que ahora es música carranguera”.


“La carranga es paz, la carranga es libertad” y no solo un ámbito de baile y fiesta; es algo mucho más profundo…

Más profundo, pero a la vez más sencillo. En una de las estrofas de la canción ‘La carranga es libertad’, está la respuesta, o al menos una parte:

La carranga tiene su cuento,
es chispazo y también lamento,
pensamiento, palabra, y obra,
como dicen por ahí,
pero más que definiciones,
peroratas o mil canciones,
la carranga es lo que yo siento
y es mi forma de vivir.

Las palabras y los refranes raizales son cada vez menos recordados, pero en ellos se encuentra gran parte de nuestra sabiduría como país, una sabiduría muchas veces menospreciada.

No solo las palabras y los refranes; la vida misma, como lo dice Juan Torbellino en El convite de los animales [libro publicado por Velosa en 2021]:

Por andar atisbando
solo pa’rriba,
mientras que, por abajo,
pasa la vida.

Y esa vida pordebajeada ha sido la fuente de lo que ahora es música carranguera. En mi caso, ese concepto se puede entender mejor escuchando y leyendo lo que he publicado musical y literariamente.

Juan Manuel Vargas

Muchos de sus versos, coplas y cantos provienen de historias de su niñez, vivencias que probablemente para los niños de hoy deben ser pura fantasía. Si usted no hubiera vivido en el campo, ¿cree que podría escribir como lo ha hecho durante todos estos años?

No, mi crianza campesina ha sido la cantera del trabajo hecho, y el sustento de mi vida en todo sentido.

Los vallenatos, la música llanera, los torbellinos, todos estos ritmos y géneros que anteceden a la carranga son también músicas campesinas. En su época precarranguera, ¿cómo se enamoró de nuestros sonidos?

A través de ellos me pude reconocer, identificar, defender, expresar y comunicar. Ser consciente de mi origen y afirmarme en él, tenerlo como constante apoyo ante cualquier clase de agresión y valerme de él, junto con los propios, para transmitir mis pareceres.


“Pareciera que todo, la música incluida, se está amarrando al consumismo y al inmediatismo”.


Conversando con otras leyendas de nuestra música, como el Cholo Valderrama y Alfredo Gutiérrez, hay algo en común con todas nuestras músicas campesinas, con nuestro folclor: el juglar, ese personaje que va de pueblo en pueblo contando sus vivencias. A mi parecer, el juglar va a desaparecer, está en vía de extinción. ¿Usted cómo lo ve?

Esa forma tradicional de juglaría sí, pero creo que está mutando a otras con patrones diferentes. Y si es así, sería una neojuglaría, el modo como algunos artistas contemporáneos manifiestan y difunden la visión del mundo que viven, o que les tocó vivir.

Ahora que le acabo de mencionar estos artistas y hablar de nuestras músicas campesinas, ¿no ha pensado en hacer alguna colaboración con artistas como ellos? Una canción entre usted y el Cholo Valderrama sería muy especial para nuestro sonido, nuestro folclor.

Colaboración, juntanza, fusión… es lo mismo que cantar en junta. Con ellos hemos compartido tarima algunas veces y, así, nuestro sonar ha estado en junta, al menos en la mutua memoria y en la de quienes nos escucharon.

Hablando de fusiones, en 2011 salió el disco Carranga sinfónica. ¿Cómo fue este trabajo y esta fusión entre la música clásica y la carranga?

Algo así como un abrazo musical que nos estaba esperando desde hacía mucho tiempo. Al fin y al cabo, todas las músicas vienen de las músicas populares. En la integración instrumental, encontramos y compartimos mutuamente la sencillez y la profundidad de nuestra musicalidad.

Volviendo a su carrera, etapa radial, ustedes medían la aceptación de las canciones por el número de cartas que llegaban; una aceptación mucho más real y tangible, comenzando porque el oyente debía tomarse el tiempo de escribir a puño y letra. Creería yo que esa cercanía ha sido fundamental para hacer de una canción un himno y algo intrínseco a nuestra idiosincrasia, como ‘La cucharita’. En cambio, la música de hoy en día tiende a ser efímera por donde se le mire.

Pareciera que todo, la música incluida, se está amarrando al consumismo y al inmediatismo. Si no hay soportes de permanencia, ¿de qué nos agarramos, en qué nos asentaremos y en qué iremos a parar?

“Aunque venimos del mismo barro / no es lo mismo pocillo que jarro”; me gustó mucho esta frase que dice al referirse a la palabra ‘popular’. Cuénteme un poco más de esto.

Es que, a veces, por ligereza, o por lo que sea y quien sea, terminamos tergiversando el significado de ciertas palabras. Ejemplo 1, llamar “disco” a una canción. Ejemplo 2, llamar “música popular” solamente a cierto tipo de música. 

A raíz de eso he dicho que no es lo mismo “popular” que “popularizado”, o que “populachero”, o que “populista”, porque “aunque venimos del mismo barro, no es lo mismo pocillo que jarro”. A mi modo de ver, lo desmenuzo un poco: Popular es lo más representativo y auténtico de nuestro pueblo; popularizar, difundir masivamente lo que sea. Populachero es el valerse de lugares comunes y del facilismo para suplantar la creatividad. Populista es manipular el sentir y las expectativas de la gente en beneficio propio, o de un propósito.


“Ser carranguero también es un compromiso social”.


A grandes rasgos, para usted la palabra “país” significa y radica en las personas. Desde su mirada, ¿ha habido grandes cambios en nuestro país en los últimos años?

Sí, y algunos están plasmados metafóricamente en publicaciones literarias, como El convite de los animales; y en coplas y canciones, como ‘Usted es mi país’, ‘Somos miles de miles’, ‘Planeta Tierra’, ‘El rey pobre’ y ‘Qué solita está mi tierra’.

Hablando de esto, en El convite de los animales hay muchas problemáticas expuestas por los personajes del libro. Una muy importante es el daño al medio ambiente. Ligado a eso, está lo que llamamos “progreso”, que desde mi punto de vista es simplemente una palabra para tratar de explicar las barbaridades que ocurren cuando las ciudades se apoderan del campo y del campesino, desterrando seres vivos por doquier. ¿Qué cree usted que deberíamos hacer para que haya un verdadero progreso entre la ciudad, el campo y el campesino?

Respondo con dos estrofas de obras publicadas, porque también es de un carranguero “no tragar entero”:

Cuando en El convite de los animales, las palomas dicen:

Mientras vivir sea vivir,
vivir del dolor ajeno,
la vida no será vida
y el cielo no será cielo.

Y con la última estrofa de ‘Qué solita está mi tierra’:

Nubes negras están dejando
todo, todito, en la oscuridad,
los que había se volvieron humo
o se están largando pa la ciudá.
Con cantarlo no arreglo nada,
pues nadie me oye, nadie me ve,
pero tengo entre mis pensados
hacer lo mismo que haría usted.
¡Qué solita se está quedando
la tierra hermosa donde nací!

Estos últimos años se ha dedicado a escribir y, como dice usted, “es jugar con la memoria / a inventarnos una historia / y volverla una canción”. ¿Cómo ha sido esta nueva etapa de su vida en la que se ha dedicado a plasmar todos sus versos, coplas y canciones en libros, y ha dejado los escenarios?

Como siempre estoy anotando resonares en mis libretas, en este tiempo he estado entresacando de ellos los insumos para los libros publicados y por publicar, y borradores musicales para volverlos maquetas y grabaciones en junta con Marco Villarreal y los Carrangueros del 25. También he estado participando en una que otra charla o conferencia en instituciones y ferias de libros, y asumiendo mi vejez del mejor modo posible. De todos modos, como ya lo hemos cantado:

A la vida, de por vida,
agradecido le estoy
por darme lo que me ha dado
para ir por donde voy.

Al ser el padre de un género musical, ¿qué grado de responsabilidad siente con las músicas campesinas y con el campesinado en general?

Eso dicen, pero mi parecer sobre la paternidad del género está plasmado en la presentación del libro Historiando mi cantar. Por ahora, me quedo con haber sido un buen pregonero de lo carranguero. Si la existencia del género se debe al aporte de muchos, Velosa incluido, eso que usted llama responsabilidad tiene que ser y seguir siendo igualmente compartida, porque ser carranguero también es un compromiso social.

Hay una anécdota que me encantaría que todo el mundo conociera: Velosa y los Carrangueros fueron los primeros artistas colombianos en presentarse en el Madison Square Garden de Nueva York. ¿Cómo fue eso?

Año 1981, Los Carrangueros tocamos en el Teatro Colsubsidio de Bogotá; allí estaba el presentador mexicano Raúl Velasco, cubriendo el evento para Televisa. Ante la gran acogida del público, en la postfunción, Raúl llegó al camerino y nos propuso participar en el Día de la Hispanidad en el Madison. Pensamos que, por la altura, estaba “disvariando”, pero, días después de no sé cuántas razones, resultó ser cierto y, además, alternando con artistas muy reconocidos, entre ellos, Astor Piazzola. A las volandas viajamos a Nueva York, logramos franquear la aduana, luego de tremenda esculcada, y, finalmente, casi nos quedamos con los crespos hechos, porque la limusina que recogía a los artistas en la puerta del hotel, al vernos sombrero-enruanados y no de lentejuelas, se largó, y en cuál nos vimos para llegar al evento, justo cuando casi nos estaban anunciando en el escenario. Lo demás es historia.

Luego de 20 años, en 2025 saldrá un nuevo disco con Los Carrangueros del 25, ¿qué nos puede contar de esta producción?

Forma parte de otros proyectos musicales. Tiene 14 obras nuevas con sorpresas rítmicas y temáticas. Estamos adelantando algunos sencillos de la grabación, como ‘El carrango y la carranga’, rumba que ya está en redes y emisoras, y ya viene en camino ‘El mirlo y la flor’. Habrá disco físico y saldrá en abril o mayo. Se mantiene el formato tradicional con Marco Villarreal (requinto, riolina y acordeón); Angélica Fonseca (tiple); Gabriel Chaparro (guitarra); Velosa, primera voz y guacharaca. Marco hizo la producción y encabeza los arreglos.

Para terminar, ¿cómo ve el futuro de la carranga y de nuestras músicas campesinas?

Muy promisorio, si mantenemos la calidad poética y sonora, y si no nos extraviamos del camino; de sobernal, vale recordar esta carrancopla:

Esto dijo el armadillo
bajando por la colina:
¡Viva el campo, viva yo,
el vecino y la vecina,
y vivan quienes pregonan
la cultura campesina!

ANEXO:

Marco Villareal es músico profesional, dedicado al estudio e interpretación de la música campesina, ha trabajado los últimos años al lado de Jorge Velosa. El requinto ha sido su medio de expresión, su manera de darle vos al campesinado que en muchas veces nos es escuchado.

¿Qué significa Jorge Velosa, no solo para la música campesina, sino para el campesinado en general?

Jorge Velosa ha sido una persona que, a partir de una sensibilidad desbordante, ha logrado constituir tal vez la narrativa más poderosa y elocuente de lo que es la vida campesina. Esto lo ha convertido, a lo largo de más de 40 años de vida artística, en vocero de una población que ha sido históricamente silenciada, invisibilizada y menospreciada, pero que también ha sabido siempre resistir con su propia fuerza.

Dentro de las músicas campesinas, el proyecto Velosa, llamado “carranga”, ha logrado trascender hasta convertirse en un género musical a pesar de su corta historia. Un género que, a partir de sonoridades campesinas existentes, originalmente se gestó como una apuesta político-musical de manera colectiva y concreta con Los Carrangueros de Ráquira, pero que creció gracias a la fuerza y persistencia del maestro, a tal punto que hoy en día somos muchos los que nos hacemos llamar carrangueros. Y es que ser carranguero no solamente es “sonar merengues y rumbas”; la carranga es una forma de ver y vivir la vida, y tal vez ahí radica su poder.

Ya viene un nuevo disco de Jorge Velosa, ¿cómo fue trabajar con él en esta última producción?

Trabajar al lado de Don Velosa a lo largo de estos últimos años y concretamente en el último disco, ha sido para mí una de esas experiencias que, por más de que uno las sueña y se las imagina, resultan mejores.

Su bagaje cultural expresado en historias, anécdotas, chistes, coplas, melodías y tonadas, es el resultado de alguien que ha vivido la vida de una manera cotidianamente sensible; atento a todo lo que se le atraviesa, y como buen boyaco y buen carranguero, sin tragar entero.

El nuevo disco es, una vez más, una muestra de todo esto, expresada de diversas maneras, a son de los habituales cuatro palitos, convidando a la riolina un par de veces y a otro pariente muy festivo.

Empezar

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