Aunque nació, se crio y formó su banda en la fría y ventosa Sheffield, en Inglaterra, el cantante de Bring Me The Horizon, Oliver Sykes, más conocido como Oli, vive la mayor parte del año en Caraguatatuba, una ciudad costera que pertenece al estado de São Paulo, Brasil, de donde es su esposa. “El tiempo acá es muy bueno. Hoy es un gran día, bastante húmedo”, dice en su inglés británico, en una videollamada con ROLLING STONE.
El grupo que ayudó a popularizar el género deathcore, que cautivó con su disco debut, Count Your Blessings (2006), y que se reinventó en plena pandemia, acaba de emprender el tramo latinoamericano de su gira mundial con un show sold out en el Allianz Parque de —justamente— São Paulo. Donde volverá a presentarse esta noche.
Semanas atrás, Oli aprovechó la visita de Linkin Park a Brasil para conocer el lugar y quedó impactado: “Es enorme. No voy a muchos recitales, así que ver todo el lugar lleno y el tamaño fue como… ‘Díos mío, ¿vamos a tocar acá? ¡Esto es una locura!’. En momentos como ese, una pequeña voz en tu cabeza te dice: ‘Chicos, lo estamos haciendo muy bien’”, reflexiona.
Bring Me The Horizon es una de esas bandas que cosecha amor y odio en partes iguales. Y el cantante de 38 años lo sabe mejor que nadie. Su último gran quiebre lo vivieron cuando el coronavirus se convirtió en una amenaza global (descrita y casi presagiada en la canción “Parasite Eve”), gracias al encierro forzoso y al poder de viralización de las redes sociales. No por nada, el diario británico The Guardian calificó retrospectivamente al EP Post Human: Survival Horror (2020) “la primera gran obra de arte sobre la pandemia”.
Cuando por fin se pudo salir a tocar otra vez, el grupo había duplicado su base de oyentes en Spotify, lo que les dio la oportunidad de profundizar ese camino. Es lo que se puede escuchar con claridad en su nuevo disco, Post Human: Nex Gen (2024), donde los recursos electrónicos y las melodías pop se mezclan con la distorsión y los gritos guturales en un combo sci-fi con estética de anime y videojuegos. Todo muy contemporáneo.
El próximo domingo 8 de diciembre, luego de pasar por Santiago de Chile, Oli y compañía se presentarán en el Movistar Arena de Buenos Aires (todavía quedan algunas entradas), en lo que será su show en solitario más grande en suelo argentino. Al menos, hasta ahora.
¿Recordás cómo fue su último show en Argentina, en el Lollapalooza 2019?
Sí, la verdad es que fue un show muy bueno. Creo que fue uno de los mejores en cuanto a la respuesta del público. Quiero decir, todos los espectáculos son muy buenos, pero recuerdo ese en particular como una especie de locura para nosotros. Recuerdo que la primera vez [en 2011, en el Teatro Flores] también me sorprendió la cantidad de fans que teníamos. Éramos un grupo chico, recuerdo estar muy sorprendido por la cantidad de gente que había ido a vernos. Y también lo locos que eran, nos sentíamos Justin Bieber. Todo el mundo gritando y llorando. Nunca habíamos visto algo así, fue surrealista.
A esta altura, ¿creés que ya forman parte de la lista de las mejores bandas que salieron de Sheffield?
Mmm… Sí, quizás… No estoy seguro.
¿Quiénes integrarían esa lista?
Supongo que Def Leppard, Pulp, Arctic Monkeys. Todos ellos están ahí arriba.
¿Y por qué no Bring Me The Horizon?
Es difícil decirlo cuando estás en la banda, al menos para mí. Somos una banda local que la sigue luchando. No creo que tengamos cualquier cantidad de éxito. Sí, nos va muy bien, pero siempre fuimos tan odiados… Tuvimos muchos roces con la gente cuando empezamos. Es como que todavía estamos convencidos de que todo el mundo nos odia y no somos buenos, así que no creo que nos sintamos cómodos con eso de “las grandes bandas de Sheffield”.
Hace algunas semanas celebraste los 20 años de tu propia marca de ropa, Drop Dead Clothing, un proyecto que empezaste a la par de la banda. ¿Cómo nació esa idea?
Dejé la universidad porque lo odiaba. Estaba estudiando los medios de comunicación y yo quería ser como un director o algo así, pero no era lo que esperaba. Así que lo dejé y empecé a buscar un trabajo. Ahí fue cuando pensé: “Oh, quiero hacer una marca de ropa”. Creo que mi madre se había imaginado algo un poco más sensato, tal vez la impresión de fotos en almohadas, o algo así, para salir a venderlas por la ciudad. Algo local. Pero yo quería hacer una marca de ropa. Le dije: “Va a ser enorme, mamá, confiá en mí”. Así que me prestó un par de cientos de libras y me hizo prometerle que iría a un cursillo de negocios en nuestro pequeño pueblo. Comenzó como una manera de tratar de hacer algo de dinero mientras le dedicaba tiempo a la banda. Por suerte funcionó.
Ha pasado casi un año desde que el tecladista Jordan Fish dejó la banda. Me gustaría saber qué cambios positivos crees que se produjeron en este tiempo. Y preguntarte si extrañás trabajar con él.
En la banda somos como mejores amigos. Incluso es difícil entrar a nuestro grupo porque somos todas personas muy similares, con una actitud muy similar hacia la vida. Trabajamos muy duro, pero también somos personas normales haciendo sus vidas normales. No estamos viviendo en Los Ángeles o saliendo de fiesta o haciendo cualquier cosa que muchas bandas de nuestro tamaño suelen hacer. Jordan le trajo mucho a la banda, nadie va a discutir con eso. El sonido de nuestros discos sería diferente sin él. Pero, al mismo tiempo, era solo una persona que ayudaba a nuestra banda a lograr lo que queríamos lograr. A materializar la visión que yo tenía. Ahora hay diferentes personas que nos ayudan a lograr esa misma visión. Así que siempre voy a estar buscando a otras personas y trayéndolas. Ya sea a Mick Gordon [tecladista] o a diferentes productores. Realmente disfruto esa parte de hacer música, colaborar con diferentes personas. Cuando estaba Jordan, nos convertimos un equipo de dos hombres y lo hicimos todo así, pero siempre quise colaborar con más gente, Jordan no tanto. Creo que un cambio positivo, se siente mucho más libre y hay mucha menos presión. Sin dudas, extraño su ética de trabajo, no se encuentra gente así tan fácilmente. Pero su tiempo en la banda había llegado a su fin.
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