Alberto Guerra: Familia, arte y determinación


Alberto Óscar Guerra Ramos es un actor nacido en La Habana con amplia trayectoria. Radicado en México, su talento lo ha consolidado como uno de los más destacados en el panorama latinoamericano. A lo largo de su carrera, ha sabido ganarse el reconocimiento por su versatilidad y compromiso con cada uno de los personajes que ha interpretado. Su carrera comenzó en la televisión con su participación en la serie Vale todo de Telemundo en 2002, y desde allí fue ascendiendo en la industria, pasando a TV Azteca y otras producciones destacadas.

Aunque comenzó en el mundo de las telenovelas, su verdadero salto a la fama internacional se dio con series como Capadocia, Ingobernable, El señor de los cielos y Narcos: México, donde su participación en papeles oscuros y cargados de intensidad le permitió destacar en la escena internacional. En Griselda, la miniserie dirigida por Andi Baiz, su interpretación de Darío Sepúlveda, el tercer esposo de la temida narcotraficante Griselda Blanco (interpretada por Sofía Vergara), fue uno de los puntos más altos de su carrera, consolidándose como uno de los actores más solicitados por la audiencia.

La relación de Alberto Guerra con la fama ha sido siempre equilibrada por su respeto hacia sus orígenes. Nacido en una familia cubana de raíces humildes, Guerra recuerda con gratitud sus primeros años y, a pesar del reconocimiento y los logros que ha cosechado durante más de dos décadas en la industria, sigue aferrado a sus raíces y principios. Este enfoque se refleja en su actitud profesional, y en su forma de relacionarse con los medios y con su público.

En los últimos años ha seguido construyendo una carrera sólida y diversa. En 2024, además de la serie Griselda, estrenó la película Pimpinero: sangre y gasolina, también dirigida por Baiz, una cinta de drama y acción criminal ambientada en La Guajira sobre el contrabando de gasolina en la frontera entre Colombia y Venezuela, donde comparte con el mexicano Alejandro Speitzer, la colombiana Laura Osma y el cantante Juanes en su debut como actor. Este tipo de roles, llenos de acción y tensión, son una constante en su filmografía, que incluye títulos como Cansada de besar sapos, Arráncame la vida, La última y nos vamos y En las buenas y en las malas, entre otros.

Además de su éxito en la pantalla, Guerra es conocido por su vida personal, que está marcada por su matrimonio con la actriz Zuria Vega desde 2014. La pareja tiene dos hijos, Penélope, hija de una relación anterior, y dos hijos en común, Lúa y Luka. Este aspecto de su vida ha sido siempre un refugio para el actor, quien, a pesar de su ajetreada carrera, ha logrado mantener un equilibrio entre su faceta profesional y familiar.

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Recientemente, Alberto Guerra fue noticia internacional tras su participación en una sesión fotográfica junto a Madonna para la revista RE-EDITION, una colaboración que sorprendió tanto a los fanáticos de la reina del pop como a los seguidores del actor. Esta invitación, que incluyó imágenes provocativas, no solo se trató de una experiencia gratificante para Guerra, sino también de un reconocimiento a su trabajo y dedicación en la industria del entretenimiento. La invitación de Madonna para posar juntos en la portada de la revista fue un gesto inesperado, pero muy apreciado por el actor, quien destacó el valor de este reconocimiento después de más de 20 años de carrera.

El cubano continúa cosechando éxitos, con proyectos en cine y televisión que siguen ampliando su legado como uno de los actores más completos y solicitados de habla hispana en estos tiempos; de esta forma sigue demostrando que su talento no tiene fronteras, y mantiene una profunda pasión por la actuación. En cada nuevo proyecto, Guerra deja una huella profunda, y, sin duda, su carrera está lejos de detenerse.

Hay algo en el cine, algo mágico que nos pica y nos obsesiona con la pantalla, con la televisión, con la actuación, ¿recuerdas el momento o la experiencia que te hizo decidir dedicarte a la actuación?

Recuerdo todos los días, porque todos los días me lo provoco. Es como si me picara con cada llamada. Pero, si tengo que recordar un momento específico, sí, me acuerdo perfectamente. Y, en realidad, he contado esta historia muchas veces últimamente, sobre todo porque es hermosa. Es sobre King Kong, la película de Jessica Lange de 1976.

Yo tenía unos 6 años. Recuerdo que estaba pasando un verano en casa de mi abuela. O sea, era a principios de los 80, no la vi cuando salió, pero la encontré después, en una videocinta, o algo por el estilo, en casa de mi abuela, que vivía con mi tío. Esa película era de mi tío, y la vi como 25 veces ese verano, ¡una locura!

La primera vez que la vi, tuve pesadillas. Y mi abuela, que se dio cuenta de que yo estaba obsesionado con la película, me preguntó qué me pasaba. En algún momento, le pregunté qué significaba ser actor. Mi abuela me explicó que el hombre que estaba dentro del traje del chango era un actor. Y ahí, en ese momento, yo quise ser el hombre que estaba dentro del chango. Más tarde, ya un poco más grande, me di cuenta de que, en realidad, lo que yo quería era ser un actor más como Jeff Bridges.

Pero ese fue el primer momento en que vi el cine como algo que realmente quería hacer, algo de lo que quería formar parte. A partir de ahí, todo cambió. Seguí viendo muchas películas, regresaba a casa, jugaba, soñaba… Y empecé a hacer teatro desde chiquito. Desde entonces, el mundo de los personajes y la actuación comenzó a formar parte de mi vida.

Qué bonito que haya sido King Kong. Carlo Rambaldi fue quien diseñó el gorila, que era tan aterrador como hermoso.

Fíjate que hace muchísimo tiempo que no la veo, pero curiosamente, últimamente he hablado bastante de ella, así que la voy a revisitar. Vale la pena.

A propósito de esto, ¿cuáles serían tus películas y directores favoritos?

A ver, yo tengo 42 años, voy a cumplir 42 en diciembre, y pertenezco a una generación marcada por directores que eran jóvenes cuando yo era más joven, como Quentin Tarantino, por ejemplo. También están las vacas sagradas, esos directores con unas carreras tan enormes que es imposible no mencionarlos entre los favoritos, como Scorsese. En mi caso, Brian De Palma siempre fue uno de esos directores, Kubrick también. Y luego hay toda una nueva generación de cineastas que están haciendo cosas increíbles, como, por ejemplo, Yorgos Lanthimos. Son directores que me gustan muchísimo.

A mí me gusta mucho el cine, y dentro de mi gusto personal hay una mezcla muy variada, porque disfruto de todo tipo de películas. Me encanta la acción, por ejemplo, y hay cosas de Michael Mann que me fascinan. También soy fan de Spielberg. O sea, yo soy de los que disfruta de chile, mole y pozole cuando se trata de cine, soy feliz viendo de todo.

Ser un actor cubano en la industria latinoamericana, y particularmente en un país como México, representa retos, pero también oportunidades, ¿cómo fue para ti abrirte camino en este medio?

Es curioso, te podría decir que la mitad de las personas que me conocían antes de la aparición de las plataformas internacionales pensaban que yo era mexicano, y la otra mitad sabía que era cubano. Pero ahora, con la llegada de las plataformas, hay un mayor reconocimiento hacia la figura del actor y su nacionalidad cubana.

Yo llevo 30 años en este país, y otros 30 años trabajando en México. Tengo una vida, tengo una memoria emocional muy arraigada tanto a México como a Cuba, y eso es algo muy bonito. Porque yo realmente me siento muy afortunado en ese sentido. Nunca he experimentado xenofobia dentro de la industria; no ha sido un tema que me haya costado trabajo por mi nacionalidad. Lo único que tienes que hacer si eres extranjero es trabajar: trabajar en el acento, trabajar en entender la cultura. En mi caso, yo llegué a México cuando tenía 12 años y -curiosamente- últimamente he tenido mucho más acercamiento a personajes que son de nacionalidad cubana. Y eso me gusta mucho porque me está llegando en un momento de mi vida en el que me siento feliz de estar trabajando en proyectos que me conectan con mis raíces, con esa parte cubana de mí. Es algo muy bonito.

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Has trabajado en series muy destacadas. Te rastreo desde Capadocia, una serie que fue muy importante para nosotros, los latinoamericanos. Está también esta escuela que fue Narcos, y recientemente estuviste en Griselda con Sofía Vergara. Quisiera preguntarte sobre ese proceso de meterte en la piel de esos personajes, que me parecen muy intensos y, en ocasiones, oscuros.

Creo que, de entrada, como actor, no vería otra manera de abordar un personaje que no sea intentar, por lo menos, meterme al 100 % en la piel de ese ser. Eso es lo que me parece divertido de la actuación, porque ahí está el juego. Hay cierto riesgo, es verdad, pero también te permite sufrir, pero sabes que ese sufrimiento es autoprovocado, autoinfligido. No es tu vida, está bien. Es una sensación muy extraña, pero es parte de la magia de la actuación.

Por otro lado, el lado oscuro del ser humano siempre me ha parecido fascinante. Creo que todos tenemos fácil acceso al lado luminoso de la humanidad. Vivimos con un freno de mano que nos permite convivir en sociedad, con reglas escritas y no escritas que nos permiten relacionarnos como comunidad, porque si no, seríamos todos unos… o sea, sería imposible, ¿no? Ya es bastante difícil vivir, pero sería realmente inviable. Y me parece curioso que el ser humano, por naturaleza, tenga este lado oscuro.

Los personajes que me suelen llegar, a veces, son los que no tienen ese freno de mano tan firme. Son personajes que no siguen los mismos principios morales y éticos que yo, y eso me parece muy divertido. Es divertido porque te da la oportunidad de explorar la verdad del personaje sin un juicio personal hacia él. Ahí es donde, para mí, está la complejidad del ser humano. Cuanto más complejo es el ser humano que logro mostrar al público, o que logro entender de mi personaje, más cercano a la realidad se vuelve. Porque, al final, los seres humanos somos complejos, ¿no?


“Es necesario ver historias que puedan ir más allá de esos contextos, que no necesariamente tengan que estar atadas a las problemáticas socioeconómicas y que, de alguna manera, nos lleven a una especie de magia”.


Creo que en la actuación también se pone en juego tu propia experiencia personal, lo que te permite explorar esos aspectos oscuros. Digamos que ese lado oscuro es algo con lo que he tenido contacto toda mi vida. Yo crecí en un barrio, en un ambiente en el que abrirte camino a base de trompadas era parte de la vida, como se dice aquí en México, “a base de chingadas”. Y de ahí para adelante, la vida me obligó a salir de mi país. Mis padres tuvieron que buscar mejores oportunidades, así que me fui. Son procesos difíciles, claro, pero cuando eres más grande, te das cuenta de que esos momentos te han ido madurando, te han ido fortaleciendo y, sobre todo, te han ayudado a entender la vida de una manera diferente.

Todo eso lo he ido aplicando a mi profesión. La actuación, en cierto modo, es un proceso sumamente terapéutico. Llegas a un punto, si tienes suerte en esta carrera, en el que comienzas a escoger personajes que reflejan un rasgo valioso que quieras contar en ese momento de tu vida. No sé, algún momento personal que estés atravesando. Para mí, la paternidad ha sido algo que he podido explorar en la actuación a través de personajes que, aunque tienen una paternidad muy distinta a la mía, me han permitido explorar ese aspecto de manera profunda. Y la verdad es que lo he disfrutado muchísimo.

Estaba pensando en actores como Robert De Niro, Daniel Day-Lewis y Christian Bale, quienes han comentado que las exigencias emocionales de sus papeles los han agotado y, en algunos casos, los han desequilibrado. Quisiera preguntarte si esos papeles con altas demandas emocionales que tú interpretas, de alguna manera, desequilibran tu vida personal. ¿O, por el contrario, los logras balancear de una manera exitosa?

Te puedo decir que mi energía sí cambia de personaje a personaje. No es que el personaje se apodere de mí, ni mucho menos, pero evidentemente, si estoy haciendo un personaje como el de Pimpinero: sangre y gasolina, que tiene un proceso mental agotador, todo el tiempo está sobre una cuerda floja, cargado de culpas terribles y de aspiraciones complicadas, es claro que esa energía se queda conmigo. Y no hay un interruptor que pueda desconectar. Seguramente mantengo mucho de esa energía cargada durante los tres o cuatro meses que dura el rodaje. Y eso, de alguna manera, lo disfruto. La actuación me permite vivir una vida distinta durante ciertos meses. No es solo el trabajo entre acción y corte; es que yo me voy al desierto de La Guajira durante cuatro meses a ser ese personaje. Hay algo de verdad en lo que estoy viviendo las 24 horas del día: estoy en ese lugar, me estoy bañando bajo esas condiciones, todo el día trabajando en el desierto. Me disfruto apoderarme de la vida del personaje, hacerlo lo más cercano posible a la realidad.

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En cuanto a si eso afecta mi vida personal, yo diría que no. Ahora, al menos, no. Estoy en un punto en mi vida en el que mi vida profesional y personal se han comenzado a acompañar de una manera muy dulce. Eso es algo muy bonito.

Te estaba mencionando a esos actores y soltando esos nombres porque, cuando vi Pimpinero, de hecho, se lo comenté a Andi Baiz, el director. Esa escena final contigo me recordó muchísimo a Travis Bickle, el protagonista de Taxi Driver, que termina sacrificando todo en busca de la redención. Entonces, quisiera preguntarte por ese proyecto, por Pimpinero, ya que me parece que tu experiencia allí fue especialmente significativa.

Sí, Pimpinero fue un punto y aparte en mi vida. Llegó en un momento en el que yo estaba sumamente listo y abierto, tanto como actor como ser humano, para hacer un personaje así. Y tenía mucho que ofrecerle a ese personaje. Hay mucha poesía en la historia de Pimpinero que viene de mi vida misma. Es una catarsis personal dentro de la historia de Ulises, que se encuentra con la mía. Además, llegó en un momento en el que me permitió volver a trabajar con Andi Baiz, después de Griselda, que había sido un proceso creativo maravilloso que disfruté tanto que era imposible decirle que no. Y Pimpinero fue aún mejor como proceso creativo.

Tuvimos mucho tiempo para trabajar el personaje. Andi me invitó a ser parte del proyecto desde que estábamos filmando Griselda. Aproximadamente un año antes de empezar a rodar, pasamos ese tiempo debatiendo sobre el personaje, sobre la historia, sobre los demás personajes, sobre muchas cosas de la vida y filosofía. Andi es un ser humano y un director que me confronta muchísimo y se permite ser confrontado por mi opinión. Siempre logramos tener discusiones que, lejos de separarnos, nos hacen abordar la vida de una manera más compleja, y eso se traslada inevitablemente a los personajes.

Pimpinero fue un proceso muy bonito en el que pude trabajar todo el día con ese personaje que habíamos creado durante tanto tiempo. Lo imaginé en La Guajira, en el desierto, con la arena pegándome en la cara todo el día, el sol a 50 grados. Las condiciones extremas nos permitían estar muy presentes, y eso también forma parte de la actuación. El equipo, el viaje, el vestuario, todo lo que conlleva. Un actor tiene que encontrar la verdad del personaje, aunque sea en un espacio reducido y con paredes blancas, pero es muy bonito cuando tienes la oportunidad de que absolutamente todo, incluso el entorno, ayude a que tu realidad no sea tan imaginaria, sino bastante real. Fue un proceso que me dio muchísimo en ese sentido. Estaba más abierto que nunca. No sé por qué, tal vez por la madurez, supongo que por una crisis de los 40… No sé, pero sí, creo que fue un momento de crecimiento personal y profesional.


“En la actuación también se pone en juego tu propia experiencia personal, lo que te permite explorar esos aspectos oscuros. Digamos que ese lado oscuro es algo con lo que he tenido contacto toda mi vida”.


En Pimpinero hay un fuerte énfasis en las actuaciones, y me parece que la tuya es la clave para que esa historia empiece a cobrar vida. Me parece que, al igual que Juanes, lo haces bien.

Juanes… ¡se ve espectacular el cabrón!

Estaba pensando cuando veía a Juanes, en un Mickey Rourke joven.

¡Sí! Esos personajes que es imposible verles la cara y no conectar de alguna manera, es esa mirada que dice muchas cosas… ¡totalmente! Es bien interesante, porque con pocas palabras, esos gestos, esas miradas, nos decía mucho. Es impresionante cómo el lenguaje corporal de ciertos actores es tan expresivo que no hace falta hablar mucho para transmitir todo lo que el personaje está sintiendo. Yo estoy totalmente de acuerdo contigo.

Hablando con el elenco cuando estuve en la premier en Colombia, me dijeron que tú estabas en Japón, en un proyecto, ¿es correcto?

Sí, efectivamente, estaba filmando allá, pero no puedo hablar mucho al respecto, porque, bueno, son reglas de la industria. Yo no entiendo ese tipo de restricciones, pero me toca acatar esas reglas porque soy un actor, no soy un personaje, ¿sabes? Yo soy una persona real. Es algo que pasa con frecuencia, pero no me gusta hablar demasiado sobre estos proyectos mientras están en proceso.

Está la televisión, está el cine, está también el teatro, ¿hay algún formato en el que te sientas más cómodo o que prefieras?

Creo que todo depende del momento en el que te encuentres, de lo que busques en ese momento, como actor. Te puedo decir que en este momento estoy disfrutando muchísimo compaginando cine y series, prácticamente todos los años en los últimos cinco o seis. Y espero seguir haciéndolo porque son procesos muy distintos y a la vez muy enriquecedores. En cuanto a los formatos, yo tengo todas las ganas de dirigir en serio, es algo que ya he empezado a hacer. Es algo que quiero seguir explorando porque hay un lugar en la manera de contar historias en las series que te permite profundizar mucho más. En algunas series puedes dedicar cinco o seis horas para contar una historia, y eso me parece muy valioso, es un proceso de exploración que no siempre es posible en el cine.

Aunque las series me parecen maravillosas, el cine siempre tendrá un lugar especial para mí. El cine es… bueno, el cine siempre va a ser cine. Aunque las formas de hacer cine han cambiado, aunque las plataformas cambien, el cine como tal, con todo el proceso que conlleva, siempre será único. Es un medio especial, tiene su propio corazón, y el esfuerzo que se le pone muchas veces es algo que no se ve, pero que es muy intenso. Lo difícil de hacer cine, sobre todo cuando no estás trabajando con un estudio grande o con grandes recursos, es algo que muchas veces la gente no entiende. El 90 % de las películas que vemos son proyectos complejos, y hacerlas es un proceso muy personal, muy entregado, que va más allá de simplemente hacer algo entretenido. Y las grandes producciones, claro, tienen facilidades, pero ese proceso personal y artístico, que se da en el cine independiente, sigue siendo fundamental.

Hablando sobre Latinoamérica, ¿qué historias o qué temas sientes que aún no se han llevado al cine o a la televisión y te gustaría ayudar a llevar a la pantalla?

Yo creo que, honestamente, en cuanto al cine latinoamericano, hemos tenido la oportunidad de abordar muchos temas, de tocarlos de diferentes maneras. Hemos visto muchas historias que forman parte de nuestra historia colectiva, pero que no siempre fueron las más exitosas en la taquilla o no fueron tan populares en su momento. Creo que es importante, como público, también seguir explorando esas historias, aquellas que quizás no recibieron la atención que merecían en su momento, pero que siguen siendo relevantes y poderosas.

Y más allá de eso, creo que lo más importante es que sigamos ampliando las historias que seguimos contando. El cine latinoamericano tiene un potencial tremendo para reflejar la realidad y las complejidades del ser humano. Claro, esas historias suelen estar relacionadas con las realidades socioeconómicas de los países, porque es algo inherente al cine, no importa de dónde sea. Sin embargo, también es necesario ver historias que puedan ir más allá de esos contextos, que no necesariamente tengan que estar atadas a las problemáticas socioeconómicas y que, de alguna manera, nos lleven a una especie de magia. Historias que ofrezcan un entretenimiento que vaya más allá de lo tangible, de lo palpable. Y eso me parece muy bonito, porque creo que cada vez tenemos más industria y más capacidad para hacer cosas así.

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Yo, personalmente, tengo muchísimas ganas de hacer algo que puedan ver mis hijos. Es un reto que tengo en la actualidad. No es que no haya tenido la oportunidad de hacer algo en ese sentido, pero los proyectos que he hecho hasta ahora, como los que mencionaste, por ejemplo, son imposibles de ver para mis hijos. Ninguno de esos proyectos es adecuado para ellos, porque son historias bastante intensas, sangrientas, con temáticas muy oscuras. Y mis hijos son pequeños. Entonces, me encantaría poder hacer algo en ese sentido, como una película de fantasía o una serie que puedan disfrutar, algo que sea adecuado para ellos. Creo que es un género que no he explorado aún, pero que me gustaría muchísimo. Una historia infantil, tal vez una caricatura o algo dirigido a los niños. Me parece un desafío muy interesante, y una comedia infantil sería algo que me gustaría explorar en el futuro.

Ahora quisiera saber sobre
otro aspecto tuyo, y es esa experiencia como vocero para la marca
Dolce&Gabbana

Hasta ahora, la verdad, es que ha sido un regalo muy divertido que me ha traído esta carrera. Todo empezó cuando me invitaron al primer desfile de Dolce&Gabbana, que fue en realidad a raíz de la serie Griselda. Fue algo muy divertido porque nunca había tenido un acercamiento con la moda como tal, y mi percepción de la moda, incluso, probablemente estaba errónea, hasta que tuve la oportunidad de conocerla de una manera más cercana. Fue un proceso de descubrir cómo funciona, y fue muy bonito.

Nos hemos hecho buenos amigos, y he tenido la oportunidad de conversar tanto con Stefano como con Domenico, y he podido conocer a los seres humanos que hay detrás de la marca, su proceso creativo, su estilo de vida, y entender cómo funciona su mente creativa. Eso es algo que a mí me atrae muchísimo, conocer a seres humanos que piensan de una forma distinta a la mía, y cómo esa forma de pensar me ayuda a ampliar mi perspectiva.


“Lo que me ilusiona mucho del futuro es que se me ha abierto de una manera increíble, y estoy muy agradecido por el momento de mi carrera”.


Creo que cualquier persona que se dedique al arte, en cualquiera de sus ramas, tiene que conectar con otras disciplinas, aunque estas estén muy alejadas de su especialidad. Ese cruce de experiencias, el contacto con otras formas de arte te enriquece, te hace crecer, y eso es lo que yo he sentido. Aparte de eso, la experiencia ha sido muy divertida porque organizan unas fiestas increíbles en Cerdeña, en Italia. Como te decía, yo soy cubano, llegué a este país a los 13 años, y jamás me hubiera imaginado que, a los 40 años, estaría en Cerdeña disfrutando de un desfile. Ha sido un proceso bastante chistoso en ese sentido, pero también muy divertido, realmente muy divertido. Ahora, me encanta tener esa relación y esa oportunidad de participar en todo esto.

Ya que me cuentas que estás cerca de Domenico Dolce y Stefano Gabbana, ¿qué crees que distingue a Dolce&Gabbana de otras marcas?

Lo que distingue a Dolce&Gabbana es que siguen siendo una marca artesanal. Ellos están más preocupados por sus creaciones que por sí mismos, y eso es algo increíble. Todo el tiempo están hablando de una manera distinta de expresar sus necesidades creativas, y creo que eso es lo que realmente los distingue. Al menos esa es la parte con la que me identifico muchísimo. Además, esa filosofía de vida la derraman al resto de las personas increíbles que trabajan con ellos. Cuando conoces a la gente que forma parte de la marca, te das cuenta de que les apasiona lo que hacen, que lo disfrutan, que les da ilusión. Hay algo en su manera de pensar que permea a todo el equipo de trabajo, y eso es algo con lo que me siento muy conectado. Conocerlos ha sido muy divertido y, además, ha sido una experiencia de aprendizaje muy bonita.

Para finalizar, tengo dos preguntas. La primera está relacionada indirectamente con tu viaje a Japón, que entiendo no lo podemos hablar, pero no sé si tienes algún proyecto a futuro o algo en lo que estés trabajando que quisieras contarnos y que puedas.

Sí, tengo varios proyectos en marcha, aunque no sé ni siquiera las fechas exactas. El año que viene va a salir una película que hice con Amazon Prime, pero ni siquiera te puedo decir el nombre. Es un proyecto con un elenco bastante interesante y divertido. Además, tengo una serie que va a salir en Netflix, algo muy distinto a todo lo que me han visto hacer últimamente, sobre todo en Netflix. Tengo muchas cosas por salir el año que viene, además de las que ya he terminado y que están por estrenarse.

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Una de las cosas que también me ilusiona es mi debut como director invitado en una serie. Espero que salga el año que viene. Ha sido un año de cosas muy interesantes, además de las que ya han salido. Pero, últimamente, todo el mundo está siendo muy secreto con sus proyectos, así que no puedo decir mucho más. Lo cierto es que hay muchísimas cosas que vienen y el futuro, la verdad, me ilusiona muchísimo. Se me han abierto tantas puertas que estoy muy agradecido. Este es un momento muy bonito en mi carrera. He trabajado mucho para llegar aquí; no ha sido algo que haya sucedido de un día para otro, no es cuestión de un chispazo de suerte. Llevo casi 30 años haciendo esto, y me gusta que haya sido así, disfrutando del proceso que me ha permitido llegar al momento en el que estoy hoy.

Es un lugar bastante amable dentro de una industria que, en general, es bastante despiadada. He tenido la oportunidad de probar los dos lados: empecé muy abajo y ahora estoy disfrutando de estar en este momento. Estoy disfrutando mucho de lo que hago, de los diferentes procesos que implica esta industria, a la que he dedicado mi vida. Es lo que siempre he hecho y me gusta, pero también es un trabajo que, muchas veces, te aleja de tu familia, de tu vida cotidiana, de las experiencias que a veces te gustaría haber vivido. Sin embargo, te permite vivir otras experiencias que, a su manera, también son muy valiosas. Es un sacrificio, claro, no es todo miel sobre hojuelas. Pero, al final, vale la pena. Y me gusta que mis hijos vean lo que hago y entiendan que amo lo que hago, que me apasiona tanto. Es un buen ejemplo para ellos, creo.

¿Hay algún mensaje que te gustaría dejar a través de tu trabajo como actor?

No sé, la verdad es que creo que una frase que podría resumir mi carrera sería, “Hubo de todo”, y es cierto. Va a haber de todo. Estoy disfrutando tanto mi carrera en este momento, que estoy muy abierto a hacer cosasmuy distintas, a salir de mi zona de confort, a aprovechar cada oportunidad que se me presenta. Eso es lo que espero para mi carrera: que haya de todo, lo bueno, lo malo, lo grande, lo pequeño, lo emocionante, lo aburrido. Todo eso forma parte del viaje, y esa es la idea: que sea una carrera con todo lo que tenga que ser, como ha sido hasta ahora, con sus altibajos. Y estoy viendo los frutos de todo ese esfuerzo. 


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